Los 4 Palos

Un blog de abulenses sobre Ávila


Una granizada y un soriano

Ávila, Marzo de 2024 (más o menos)
Ávila, Marzo de 2024 (más o menos)

La última vez que estuve en Ávila cayó una espectacular granizada.

Si, fue hace no mucho.

Da gusto ver la sierra, el río Chico y sus 50 miniafluentes rememorando viejas glorias, mientras el Real Ávila siente la ticoti del ascenso y está con la pólvora mojada. Primavera abulense, paraguas al viento. Sobre todo al viento, dados todos ellos la vuelta jugando a Mary Poppins.

Hablando de la borrasca, el malvado Nelson -o su primo el que empezará por M- se desató con furia sobre el paseo de la Estación. Este intrépido narrador, bajo la protección de un quitaguas de Mickey que no parecía que fuese a aguantar las embestidas de Eolo, decidió refugiarse en el bar más cercano, como hicieron unos cuantos turistas y viandantes. Y ahí, ya a cobijo y viendo el panorama, procedí a sacar la libreta mental de guardar anécdotas, porque iba a haber historia. La que iba a protagonizar el humilde currela que tras la barra, de repente, ve como su bar recibe la llegada de varios paisanos mojados pero sedientos, con hambre (ya la hora lo permitía) y ganas de leerse el Marca y el Diario.

Se me apareció en la mente el alcalde García Nieto diciendo que el taxista es el primer embajador de la ciudad. El camarero el segundo, le añadí a nuestro regidor mentalmente. «Y hoy, con esta chaparrada, para muchos directamente el primero», añadí a mis adentros.

Spoiler (destripe, en castizo): podemos presumir de camarero paisano.

Hago un viaje en el tiempo: lo he escrito esto por alguna parte, si fue por «Los 4 palos» perdónenme la insistencia. Estaba en Soria, alejado de los bares mejor situados, en una callejuela de callejuela, esas donde se puede respirar la verdad de cada lugar. Había en la ciudad un acto oficial, de mucha pompa y circunstancia, y en la ciudad se hablaba de ello. Lo que no me esperaba era la conversación que iba a resultar entre el dueño de bar y el otro cliente que se encontraba en el mismo.

“Es que los sorianos no sabemos ser como los de Ávila”

Me tapé la cara con el Heraldo para que no reconocieran que había un abulense en la sala.

Poco a poco fui bajando el periódico a su sitio al darme cuenta de que aquello era poco racional. En principio no hay ninguna rotonda ni estatua street museum entre mis canas que me pudiese identificar como infiltrado. Guardé mis laísmos a buen recaudo y seguí escuchando:

«Dan gusto, los abulenses. Les va un turista a preguntar algo y responden con amabilidad, no como aquí en Soria. Vas a un bar y te tratan de puta madre. En las tiendas no te miran con cara de asco»

Llegados a ese punto, busqué la cámara oculta.

Cuantas veces habré dicho lo contrario, hablando de nuestra ciudad. «Es que entras a la tienda y están deseando que salgas y no les hables». Y ahí tenía a un soriano desmintiéndomelo. Adjudicándoselo, eso sí, a Soria

Vuelvo a Nelson, azotando semáforos, derribando vallas y generando charcos. Esta vez, siendo Ávila, yo parecía de fuera. No porque ahora luzca una bufanda blanquivioleta y unos versos de Zorrilla me asomen por las solapas, sino porque habíamos entrado unos cuantos en tropel procedentes de la estación y mi mochila invitaba a pensar que era un forastero.

¿Cómo me trató el responsable? Pues me encontré a un hombre que me recomendó sus pinchos con soltura y eficacia (aquí somos de ponerle alegría a la caña o vino), sirvió todo con diligencia y supo bromear conmigo sobre el tiempo y algún chascarrillo de la actualidad con gracejo y justa medida. Pronto se hizo con la situación y rápidamente tenía a toda la confluencia atendida y con el estómago lleno; que siempre se ven menos hijoputas, aunque el telediario esté puesto y eso lo ponga difícil.

Diantres, repámpanos y recórcholis, me dije a mi mismo: «Antes de escribir de «El problema de los 3 cuerpos» (cosa que haré mañana o pasado si la Armada Invencible no lo impide), he de contar esta peripecia».

Sí, tenemos buenos embajadores. Y, además, la carne guisada estaba espectacular.



Una respuesta a “Una granizada y un soriano”

  1. […] [Historia escrita para «Los 4 Palos» que continúa allí] […]

Deja un comentario