Los 4 Palos

Un blog de abulenses sobre Ávila


Descentralización en embudo

Una de las frases que más odio del balompié, un mundo por otra parte repleto de frases hechas, es esa que afirma que el futbol, como ente ajeno a este mundo, es capaz de contraer deudas. Se usa mucho cuando un equipo modesto se queda con la miel en los labios tras una buena temporada, cuando a un equipo histórico se le resisten los títulos o cuando un jugador llamado a convertirse en leyenda no es capaz de alcanzar las metas que su talento parecía asegurarle. Por ejemplo, tras las dos derrotas consecutivas del Atleti en sendas finales de Champions, muchos cronistas señalaron que el fútbol le debía una Copa de Europa al equipo. También se escuchó sobre Messi y el Mundial antes de que finalmente el 10 consiguiera levantar uno con la albiceleste. Sería una especie de reconocimiento al esfuerzo o a los servicios prestados, la versión futbolera de una pegatina de scout con la leyenda “Vencedor Moral” en letras de oro. Total nada, aunque en la era de los expected goals —la versión tecnológica de perder el partido, pero ganar la posesión—, un imaginario pagaré del Dios del Fútbol es casi una intercontinental contra el Pumas. 

No es exactamente lo mismo, pero hay un lugar común en el discurso político que se le parece. Es esa frase que reza que tal o cual ciudad, país o colectivo merece cosas, o cosas mejores, o más cosas. Es cierto que en algunas situaciones, sobre todo cuando hablamos de cosas concretas, todos podemos convenir en lo justo de esa reivindicación, pero es fácil que ese consenso se pierda cuando hablamos de cosas etéreas, colectivos difusos o intereses en conflicto. Todos podemos coincidir en que los profesionales sanitarios merecen mejores condiciones laborales, aunque nos perdamos en los detalles y en el camino, pero —y llegamos por fin a la parte central de este texto— ¿se merece Ávila que todas las pruebas físicas de las oposiciones para policía nacional se celebren en la ciudad? Al menos eso es lo que afirmaba el otro día el director del Diario de Ávila en su carta a los lectores.

Los beneficios para la hostelería y el comercio local son obvios, pero ¿nos lo merecemos? ¿Ha supuesto un sacrificio para los abulenses acoger durante estos años la Academia de Policía? ¿Debemos ser compensados por algo? Reformulemos la frase para centrar el tema. ¿Tenemos derecho? A pedirlo por supuesto, ahora bien ¿están los derechos de los abulenses —los dedicados a la hostelería sobre todo— por delante de los derechos de los opositores? Porque al final se trata de eso, de poner el derecho a hacer caja del comercio abulense sobre el derecho de los opositores a hacer el examen en una localidad lo más próxima a su casa que sea posible. Sé que es difícil escapar del marco metal actual, mitad nacionalismo —en sus diferentes escalas—, mitad individualismo ultraturboneoliberal, pero a veces hay que hacer el esfuerzo.

En España, el acceso a una plaza de empleado público es un sueño perseguido por mucha gente y lograrlo debe ser el resultado, como dice la Constitución, del mérito y de la capacidad del aspirante y estos deben ser demostrados y evaluados en condiciones de igualdad. Tener que desplazarse mucho, poco o nada para asistir a un examen de oposición influye en el resultado de este y la economía del aspirante influye en cómo afrontar ese desplazamiento.  ¿Merecen los opositores tener que afrontar ese sobresfuerzo? ¿Nos parecería justo, por llevar el caso hasta el extremo, que todos los opositores abulenses tuviesen que hacer todos los exámenes de cualquier oposición en la isla de la Palma?

Por supuesto, repartir estas pruebas por cinco, doce o treinta y seis sedes no acaba con todas las barreras económicas que dificultan el acceso a un empleo público a las personas con menos recursos, pero no creo que sea lógico recuperar esta por algo tan poco elevado como aumentar durante unos días el beneficio de un sector muy concreto de la economía local.



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